El Blanc vino al Vlanc por Laura Llopis
Si esperas una crónica sobre diseño, no sigas leyendo.
No, no te has equivocado de blog. Esto sigue siendo OFN y el jefe aún es Andrés Sanchís. Pero hoy escribo yo, una intrusa que hace años fue al Blanc –al original- y se enamoró de los diseñadores. Esa fauna tan peculiar y entrañable que anda suelta por nuestras calles. Ahora el Blanc ha venido a Valencia, en cuerpo y alma, y se ha convertido en Vlanc. Es decir, tiene lo mejor del Blanc al lado de casa. Una maravilla.
Pero vuelvo a donde estaba, que me lío. Andrés me ha dejado este espacio para contar mi visión de lo que sucedió hace unos viernes en Las Naves. No sé bien porqué, igual esto te hace perder lectores, querido Andrés. Pero, allá voy. Repito, esto no va sobre diseño. Avisados estáis.
Cuando voy a un evento como este, asumo que hay tres tipos de conferencias: las que me entretienen, las que me emocionan y las que me inspiran. Ir a un encuentro como el Vlanc es para mi (que me dedico a la planificación estratégica) un modo de mantener la mente abierta, de mirar desde otra perspectiva, de descubrir a través de unas disciplinas que no están en mi día a día. Y cuando hablo de inspiración, hablo también de aprendizajes: todo aquello que nos hace irnos a casa con un poquito más de sabiduría y mucha más curiosidad, y que nos ayuda a ser más creativos en la resolución de problemas, que es de lo que va nuestro trabajo, el de la comunicación.
Dicho esto, vamos al lío.
LO QUE ME ENTRETUVO
El ambiente fue una pasada. Los organizadores Raúl Ramos y David D’Eboli estuvieron geniales. La cosa no llegó a ser tan loca como en el Blanc, pero no es lo mismo hacer la versión mini en una tarde, que dedicar dos días intensos, así que entiendo que el resultado no podía ser el mismo. Me encantó sentir el espíritu tan buenrollero que sentí cuando fui hace unos años.
Hubo dos conferencias con las que me divertí mucho. La primera la de Andrés Requena, por su ingenio y su trabajo. Me parecieron geniales sus carteles protesta y las ilustraciones cercanas al surrealismo que enseñó. También Miguel Bustos fue divertido e inspirador. Coger tus trabajos rechazados y crear una fantástica felicitación de Navidad para los clientes que los rechazaron es realmente inspirador.
Mención especial en este apartado a mis amigos Maite y Carlos, los Kilo, que aunque al principio parecía que se habían vuelto locos, al final vimos la excelencia de su trabajo en un vídeo donde se explicaba la loca historia que contaron en su charla.
LO QUE ME EMOCIONÓ
Ver a Joan Quirós en el escenario fue emocionante. Me impactó su storytelling, el relato que construyó, cómo fue tejiendo la historia de menos a más para ponernos delante de las narices una realidad que a la mayoría le duele o le debería doler: la falta de cuidado de nuestro arte, la falta de compromiso con nuestras raíces. Y es que la historia de los rótulos que ya no existen es una muestra de cómo no cuidamos lo que nos ayuda a definirnos, aquello que nos mostraría lo que somos capaces de hacer en esta ciudad.
En otro nivel de emociones clasificaría la charla de La Casa de Carlota. No conocía el proyecto y me impresionó. Es un ejemplo de cómo, desde cualquier profesión, se puede cambiar el mundo, o aportar un granito de arena para cambiarlo. Respeto absoluto por esta gente comprometida.
LO QUE ME INSPIRÓ
Las historias que Xavier Monsalvatje cuenta en sus piezas me resultaron fascinantes. Fue la charla más peculiar y la que más me sorprendió –gracias Ana Illueca por la parte que te toca-. Él me pareció una especie de hombre del renacimiento, uno que mientras espera al horno se dedica a pintar en libretas o a escuchar jazz, uno que trabaja con colegas alfareros vía Skype.
Y por último, Pepe Gimeno. Me pareció discreto, honesto y directo. Su sentido común, su exposición del proceso creativo, su preocupación por la calidad del trabajo. Y hablando de trabajos, solo mostró uno de hace más de 10 años, un packaging de arroz que podría haber diseñado ayer. Porque como dijo, el diseño no es moda. Es pensar en que pasará el tiempo y ese diseño seguirá ahí, inmutable, mirándote a la cara y enfrentándote a tus aciertos y a tus errores. Eso es lo que todos deberíamos pensar antes de entregar cualquier trabajo.
Laura Llopis
Head Strategic Planning en Publips-Serviceplan y #unaintrusaenelblanc